Anoche me preguntaste si te quería y no supe responder.
Te vi a los ojos, porque mereces que te vean.
Me permití ver tu futuro a través de ellos, y pensé que merecías ese tiempo para recorrer el mundo.
Y en cada ciudad, en cada cuerpo de agua y tierra por caminar, me vi a tu lado queriendo contestar esa pregunta, porque mereces que te la conteste.
Te diste la vuelta y te llevaste la sábana. Ahora se que nunca lo sabré.
Cada vez descubro algo nuevo en qué y cómo quererte, te quiero en azul y verde, sobre viñedos y sal, en páginas y lágrimas, en las imágenes y los sonidos, entre polvo y sonrisas. Porque te mereces el mundo.
Y siempre habrá rincones por pisar, bestias por domar, brebajes por beber, dioses por adorar, círculos por romper, listones por amarrar, y enjaular todo ese infinito en un “sí”… créeme, amor, no te lo mereces.